Cada integrante de la familia procura tener el mejor lugar que los demás le permitan.
Habrá quienes disfruten haciéndose servir permanentemente por otros, habrá quienes gocen sirviendo a los otros, otros serán simples visitantes que tratan de no participar en casi nada, algunos exigirán favores mientras que otros tratarán de seducir para obtenerlos, los hay que llevan una cuenta corriente de intercambios y siempre piden casi lo mismo que dan. En muchos hogares se acostumbra que los más serviciales se quejen por todo lo que hacen, no faltan los que prefieren un rol de víctimas, son frecuentes las denuncias por abuso, etc.
Con muy pocas diferencias sucede lo mismo en el mercado, en la ciudad, en la sociedad, en la «familia grande».
Todos tratamos de obtener del mercado lo más posible y es el mercado el que acepta o no acepta lo que nosotros le pedimos.
Si bien las intensiones nuestras son tan abusadoras como las que podamos expresar dentro del hogar, las cosas se resuelven de forma más explícita: Nos compran o no nos compran. Nos pagan el precio que pretendemos o nos pagan menos.
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16 comentarios:
Habrá alguna forma de no estarse peleando continuamente?
Estoy deseando que me lleguen las vacaciones porque estoy recontra-harta.
En mi casa todos queremos ser jefes. No hay vocación de indio. Hasta el perro a veces se pone mandón.
Dentro de mi casa todos nos terminamos entendiendo, pero ya en la vereda, es una selva.
Prefiero teorizar y politizar la lucha de poderes que vivirla en la familia. Es tan desgastador que no vale la pena. Dentro de casa bajo las guampas.
Es cierto, cada cual saca su tajada a su estilo peculiar.
En casa nos peleamos por la cabecera de la mesa. Ocurre que es el único lugar con espacio para comer (los laterales están superpoblados y la otra cabecera ES del viejo)
¿Por qué será que en algunos lugares una goza sirviendo y en otras goza con que le sirvan?
Te puedo hacer gozar y dejarte bien servidita.
En el mercado hogareño de mi madre soy una simple visitante. Quizás extienda esa actitud deplorable a otros ámbitos de la vida. Tendré que revisarlo.
Ahora se larga la cuenta corriente del intercambio de obsequios. ¡Ojo al piojo! ¡Atentos todos!
Hay unos cuantos que viven de los desperdicios que produce el mercado.
Al lugar de hermano mayor hay que zafarle. Todas pérdidas, os lo aseguro.
Mi ciudad se comporta como una familia sucia, incoherente, gritona y apurada. Igual adoro a mi ciudad.
Para obtener más en el mercado, hay que ir cuando está por cerrar.
¿Qué hacemos con los chicos que se encaminan hacia la avenida de la delincuencia? ¿Los compramos o no los compramos? Lo que es seguro, que abajo de la alfombra, no los escondemos.
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