Hace unos años hice un experimento divertido y sin ningún rigor científico.
Reuní a varias personas de mi confianza y antes de servir los alimentos y bebidas que había comprado para agasajarlos, les pedí que se imaginaran desesperadamente hambrientos.
Con diferentes grados de involucramiento en el juego, aceptaron la consigna.
Luego puse en el centro del círculo que formábamos, un libro muy usado (de esos que uno ni imagina por cuántas manos pasó) y un billete bastante maltratado, de esos que demuestran haber tenido una gran circulación.
Luego apoyé sobre el libro y sobre el billete, sendos trozos de pan.
¿Cuál comerían siendo que están muy hambrientos? La respuesta unánime fue que comerían el trozo de pan apoyado sobre el libro y que no probarían el trozo de pan apoyado sobre el dinero.
A pesar de que este experimento no es muy serio, igual sirve para preguntarnos hasta qué punto el papel «muy usado» en un billete se lo imagina contaminado mientras que el papel «muy usado» en un libro no se lo supone igualmente contaminado.
Como resultado práctico podemos pensar que es probable que nuestro rechazo al dinero puede partir del prejuicio de que es contaminante, enfermante.
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12 comentarios:
Después de este artículo, usaré billetes cual servilletas, pero no soy irónico: tiene razón, era una ridiculez esa actitud aprensiva.
Felices fiestas a todos
No hace mucho puso una tarántula arriba de unos dólares y tb reconozco que muy pocas arañas son venenosas, pero igual son horribles y espantosas. No sé por qué pero así funciona.
Era muy elegante fumar en el cine pero el propio gesto de tomar dinero representa algo menos digno. Es una cuestión de imagen, para mi, no sé.
Chau
Claro, los libros están bien vistos porque representan a la culturo, en cambio el dinero es al mismo tiempo el que hace funcionar al mundo y el que lo envilece.
yo me como todos los sendos pedazos de pan y ni miro lo que está abajo.
¡Cuánto pan desperdiciado! Eso es un pecado.
Por eso me resulta más fácil enamorarme de un escritor que de un corredor de bolsa.
De niña el dinero me parecía tan lindo. Me gustaba hacer billetes de papel y ponérmelos entre el dedo índice y el mayor, como hacen los guardas. Las fichas del juego de damas eran las monedas. Encontraba cierta sensualidad en él, aunque en ese momento no lo sabía expresar con palabras.
Ahora me sucede todo lo contrario. Si me dan un billete nuevo, lo primero que se me pasa por la cabeza es si será falso. Si está muy viejo, pienso en manos sucias y desagradables que anduvieron tocándolo.
Creo que sus amigos le tienen mucha paciencia.
Me imaginé siendo uno de los protagonistas de la tragedia de los Andes. En ese caso creo que habría comido todo el pan y luego de a poquito, el papel del libro. No logro imaginarme comiendo el billete.
Yo en el caso de Guzmán, habría quemado todo para calentarme.
El poder a veces es enfermante.
El dinero da poder.
El dinero a veces es enfermante.
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