En el artículo titulado «Un Al Capone cada seis horas» expongo lo más paranoico de mí refiriéndome a que algunos profesionales exageran algunos riesgos propios de la existencia para vendernos su protección, emulando con disimulo las metodologías mafiosas.
Leyendo un artículo de Eva Giberti publicado por Página 12 bajo el título Género y violencia observo que la relación hombre-mujer también suele tener aspectos mafiosos en tanto ellas se someten a ellos para obtener protección.
Más concretamente, me llamó la atención el concepto «violencia familiar» en sus dos acepciones:
1) La violencia (condenable, vergonzosa, patológica) que ocurre en el seno de la familia; y
2) La violencia a la que ya estamos acostumbrados, la que es común, frecuente, lógica, esperada, razonable, obvia, que nos resulta familiar.
Este flagelo social goza de buena salud porque es tan rechazado como tolerado.
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13 comentarios:
Tal cual, nacemos en una familia y entorno social donde ciertas malas costumbres son aceptadas como normales, sobre todo si las practicamos con los demás. Cuesta mucho darse cuenta que son comportamientos que atentan contra las personas y su libertad.
Me fui a leer el artículo de Eva y está interesante aunque un poquito largo. Los que tengan paciencia, vayan.
Los padres de mi amigo se pelean sólo para excitarse más en las reconciliaciones. Viven haciendo exhibiciones de pasión obscena.
El mejor amante que he conocido estoy segura que no se puede controlar en la violencia de su penetración anal y muchas veces tengos leves sangrados. Resolví no rezongarlo más porque así bestia indómita me complace más que inhibido. Cuando piensa se desconcentra, parece mentira.
La rudeza en los vínculos también está sujeta a modas. Si entre todas las mujeres se comentan que el marido ideal lava los platos, atiende a los niños y hace las compras, todas pensarán que menos de eso nada. Si se comentaran que el marido ideal debe ser autoritario y que las trate como a niñas caprichosas, gustarán recibir algunas nalgadas.
A las mujeres no las entiende ni Cristo y para peor son imprescindibles.
Reconozco que a veces se me va la mano pero algún día me lo agradecerán.
Sin dramatizar, creo que no podemos tener conductas animales porque poseemos otros recursos que ellos no tienen. Si alguien los tiene atrofiados, pues habría que ayudarlo a que los recupere.
Mi papá me pegaba y a veces me veo haciendo cosas para que mi hijo mayor también me pegue. No me entiendo nadita.
La vida es un calvario y un valle de lágrimas. ¿Qué otra cosa que situaciones dolorosas podemos esperar?
Ya estoy jugada a resarcirme en la otra vida.
Será porque estoy muy acostumbrada, no me doy cuenta cuál es ese tipo de violencia que justificamos y vemos como natural. Si tuviese que poner un ejemplo no se me ocurre.
Un tipo de violencia que aceptamos como natural es la que surge de las jerarquías. Damos por supuesto que una persona superior en la escala jerárquica laboral o social, tiene derecho a maltratarnos.
El género policial está muy violento.
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