sábado, 20 de diciembre de 2008
Licencia neuro-dactilar
Me tomo un pequeño descanso pero no se abstengan de agregar o leer comentarios, pues algunos están muy buenos. Vuelvo el 21/01/2009. Un abrazo.
Dinero contaminado
Hace unos años hice un experimento divertido y sin ningún rigor científico.
Reuní a varias personas de mi confianza y antes de servir los alimentos y bebidas que había comprado para agasajarlos, les pedí que se imaginaran desesperadamente hambrientos.
Con diferentes grados de involucramiento en el juego, aceptaron la consigna.
Luego puse en el centro del círculo que formábamos, un libro muy usado (de esos que uno ni imagina por cuántas manos pasó) y un billete bastante maltratado, de esos que demuestran haber tenido una gran circulación.
Luego apoyé sobre el libro y sobre el billete, sendos trozos de pan.
¿Cuál comerían siendo que están muy hambrientos? La respuesta unánime fue que comerían el trozo de pan apoyado sobre el libro y que no probarían el trozo de pan apoyado sobre el dinero.
A pesar de que este experimento no es muy serio, igual sirve para preguntarnos hasta qué punto el papel «muy usado» en un billete se lo imagina contaminado mientras que el papel «muy usado» en un libro no se lo supone igualmente contaminado.
Como resultado práctico podemos pensar que es probable que nuestro rechazo al dinero puede partir del prejuicio de que es contaminante, enfermante.
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Reuní a varias personas de mi confianza y antes de servir los alimentos y bebidas que había comprado para agasajarlos, les pedí que se imaginaran desesperadamente hambrientos.
Con diferentes grados de involucramiento en el juego, aceptaron la consigna.
Luego puse en el centro del círculo que formábamos, un libro muy usado (de esos que uno ni imagina por cuántas manos pasó) y un billete bastante maltratado, de esos que demuestran haber tenido una gran circulación.
Luego apoyé sobre el libro y sobre el billete, sendos trozos de pan.
¿Cuál comerían siendo que están muy hambrientos? La respuesta unánime fue que comerían el trozo de pan apoyado sobre el libro y que no probarían el trozo de pan apoyado sobre el dinero.
A pesar de que este experimento no es muy serio, igual sirve para preguntarnos hasta qué punto el papel «muy usado» en un billete se lo imagina contaminado mientras que el papel «muy usado» en un libro no se lo supone igualmente contaminado.
Como resultado práctico podemos pensar que es probable que nuestro rechazo al dinero puede partir del prejuicio de que es contaminante, enfermante.
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viernes, 19 de diciembre de 2008
miércoles, 17 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
domingo, 14 de diciembre de 2008
La extinción de los líderes
Una de mis tías se destacaba por su habilidad en la administración de los recursos humanos. Llegué a esta conclusión cuando vivíamos tres familias en una casa que tenía espacio suficiente para todos. Éramos 15 personas: 6 adultos y 9 niños (primos y hermanos entre sí).
Las 6 personas adultas eran tres hermanas con sus maridos. Matilde tenía una capacidad de liderazgo fascinante. Sabía deslizarse con gran elegancia organizando la satisfacción de todos los demás y todos los demás estábamos pendientes de ella porque lo que nos ordenaba era muy placentero.
Este es un don de la naturaleza muy raro de encontrar y no podemos esperar que las personas que ordenan nuestras vidas (gobernantes, directores, inspectores, jefes) lo posean.
A lo largo de la vida quizá encontremos una o dos personas a las cuales nos complace obedecer porque lo que nos ordenan está increíblemente alineado con nuestro deseo.
Más aún: las tecnologías de la comunicación han logrado que casi todos poseamos el poder que confiere el estar informados, el participar, el tomar decisiones (aunque más no sea votando por teléfono). Por este motivo es más difícil encontrar personas a las que sea grato obedecer porque todos admiramos menos un poder que ya nos resulta bastante familiar.
Esta es una causa de que haya menos líderes que hasta hace un par de décadas.
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Las 6 personas adultas eran tres hermanas con sus maridos. Matilde tenía una capacidad de liderazgo fascinante. Sabía deslizarse con gran elegancia organizando la satisfacción de todos los demás y todos los demás estábamos pendientes de ella porque lo que nos ordenaba era muy placentero.
Este es un don de la naturaleza muy raro de encontrar y no podemos esperar que las personas que ordenan nuestras vidas (gobernantes, directores, inspectores, jefes) lo posean.
A lo largo de la vida quizá encontremos una o dos personas a las cuales nos complace obedecer porque lo que nos ordenan está increíblemente alineado con nuestro deseo.
Más aún: las tecnologías de la comunicación han logrado que casi todos poseamos el poder que confiere el estar informados, el participar, el tomar decisiones (aunque más no sea votando por teléfono). Por este motivo es más difícil encontrar personas a las que sea grato obedecer porque todos admiramos menos un poder que ya nos resulta bastante familiar.
Esta es una causa de que haya menos líderes que hasta hace un par de décadas.
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viernes, 12 de diciembre de 2008
jueves, 11 de diciembre de 2008
miércoles, 10 de diciembre de 2008
lunes, 8 de diciembre de 2008
domingo, 7 de diciembre de 2008
sábado, 6 de diciembre de 2008
El mercado hogareño
Cada integrante de la familia procura tener el mejor lugar que los demás le permitan.
Habrá quienes disfruten haciéndose servir permanentemente por otros, habrá quienes gocen sirviendo a los otros, otros serán simples visitantes que tratan de no participar en casi nada, algunos exigirán favores mientras que otros tratarán de seducir para obtenerlos, los hay que llevan una cuenta corriente de intercambios y siempre piden casi lo mismo que dan. En muchos hogares se acostumbra que los más serviciales se quejen por todo lo que hacen, no faltan los que prefieren un rol de víctimas, son frecuentes las denuncias por abuso, etc.
Con muy pocas diferencias sucede lo mismo en el mercado, en la ciudad, en la sociedad, en la «familia grande».
Todos tratamos de obtener del mercado lo más posible y es el mercado el que acepta o no acepta lo que nosotros le pedimos.
Si bien las intensiones nuestras son tan abusadoras como las que podamos expresar dentro del hogar, las cosas se resuelven de forma más explícita: Nos compran o no nos compran. Nos pagan el precio que pretendemos o nos pagan menos.
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Habrá quienes disfruten haciéndose servir permanentemente por otros, habrá quienes gocen sirviendo a los otros, otros serán simples visitantes que tratan de no participar en casi nada, algunos exigirán favores mientras que otros tratarán de seducir para obtenerlos, los hay que llevan una cuenta corriente de intercambios y siempre piden casi lo mismo que dan. En muchos hogares se acostumbra que los más serviciales se quejen por todo lo que hacen, no faltan los que prefieren un rol de víctimas, son frecuentes las denuncias por abuso, etc.
Con muy pocas diferencias sucede lo mismo en el mercado, en la ciudad, en la sociedad, en la «familia grande».
Todos tratamos de obtener del mercado lo más posible y es el mercado el que acepta o no acepta lo que nosotros le pedimos.
Si bien las intensiones nuestras son tan abusadoras como las que podamos expresar dentro del hogar, las cosas se resuelven de forma más explícita: Nos compran o no nos compran. Nos pagan el precio que pretendemos o nos pagan menos.
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viernes, 5 de diciembre de 2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
miércoles, 3 de diciembre de 2008
lunes, 1 de diciembre de 2008
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